Comenzó a sonar Made In Gold, de Nova Rockafeller, en todo el local. La gente saltaba sobre la pista, pero donde de verdad se mascaba lo importante, era en los asientos de alrededor. No me extrañaba que el sitio estuviera tan poco iluminado, de eso ya se encargaban las miles de estrellas que había esparcidas por aquel sitio. Era impresionante ver a tanto famoso en el mismo sitio, me estaba poniendo muy nervioso. Tanto que hasta no me costó ser amable con Guille:
—Gracias por dejar que vaya contigo –le grité para que me escuchara.
—No hay de qué, estoy aquí por ti. ¿Te gusta mi camisa? Es de Hugo Boss. Casi doscientos euros.
No sé si me lo dijo para presumir, para que viese lo que había pagado por vestir bien en aquella fiesta, o para que le dijese si me gustaba de verdad. Es decir, insultó mi ropa la primera vez que nos vimos, no entendía muy bien su pregunta.
—Sí, está muy chula, muy… negra.
—Sí, ¿verdad? –Comenzó a mirar a su alrededor, y después me volvió a hablar—. ¡He visto a Clara Lago al fondo de la sala! Me voy a saludarla, pídeme un vodka con limón.
Afirmé con la cabeza y me aproximé a la barra. Me quedé sentado un buen rato hasta tener la suerte de que el camarero viera que existo. Los chicos de Auryn estaban llevándose toda su atención al fondo de la barra. Le pedí dos vodkas con limón al mismo rato que una chica despampanante se sentaba a mi lado.
—Tomaré lo mismo.
No había tardado ni dos segundos en sentarse, y el camarero ya le iba a poner la copa, y seguramente antes que a mí. Sería alguna famosa más, pero no la reconocía. Aunque no paraba de mirarme, con que me lancé a hablarla.
—Tienes mucha suerte –le grité para que me escuchara—. Te hacen caso incluso antes de que aparezcas.
—Es lo que tiene ser la it girl española más reconocida. Que te acaban respetando.
—Tú eres muy poco presumida, ¿no? –Se rio—. Me llamo Diego.
—Me encanta tu nombre –me confesó después de darnos dos besos.
—¡Gracias! ¿Y tú cómo te llamas? –La chica se quedó boquiabierta.
—¿De verdad que no me conoces?
—Ehh… Bueno, yo… Lo siento.
Me empecé a sentir mal, seguro que era el primero que le confesaba no conocerla. Pero ella simplemente sonrió, y no fue una sonrisa sarcástica. Se puso las manos en el pecho para presentarse.
—Soy Alexis del Carmen. Trabajo en la televisión, pero ahora me estoy metiendo en el mundo de la moda…
—Eso está genial –me decidí centrar en el Proyecto Diario de un “NO” famoso, así que tuve que despedirme—. Oye, tengo que ir hacia Clara Lago para llevar estas bebidas, así que…
—Ah, claro, lo entiendo –parecía algo dolida por dentro—. Es más mona, si hasta me quitó el papel en Tengo Ganas de Ti…
—¡No, no! Es que un amigo está hablando con ella –me resultaba raro hablar de Guille como “un amigo”—. Me has caído muy bien, ¿qué tal si me das tu número?
—Te lo he guardado en el bolsillo.
Me miré dentro y ahí estaba: una servilleta con un número de teléfono. Y si ya tenía pensado colocármelo, es que no sería falso. Caray, actriz, modelo y ninja. Me gustaba esa chica…
Me marché corriendo a buscar a Guille antes de que se empezase a molestar por mi tardanza, ya que me había atrasado un poco entre el camarero y Alexis. Pero al ver por el fondo de la sala, no conseguí encontrarle. Me di cinco vueltas al local, incluyendo el meterme en los baños –que por cierto, hay famosos que hacen demasiadas guarradas ahí dentro—, y finalmente, al comenzar a sonar I Own It, de Nacey -temazo- sobre la pista, le encontré bailando en mitad de la pista, junto a una chica que llevaba un vestido plateado.
Esa chica no parecía Clara Lago, y mucho menos Daniela Blanco, su ACTUAL NOVIA. Por eso no entendí por qué ese morreo que se estaban dando delante de todos no parecía resultarle nada incómodo a Guille.
«Vaya, vaya.
Por lo que parece, a Hugo Boss le gusta jugar con fuego cuando va solito. Cuidado, Guille, que no es una quemadura la que te juegas. Es una modelo»
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