Se acabó mi cena con Rico y me alegró haberle animado al menos un poco. Mi siguiente parada fue el Parque del Retiro, al que nunca había asistido tan de noche porque mis padres tenían la estúpida idea de que ahí te secuestraban…
Vi a Guille sentado en los columpios de una pequeña zona infantil a las afueras del parque, esperándome sin mucha emoción. Ya serían las diez de la noche cuando me vio llegar y se levantó de la silla flotante.
—Diego, ¿qué tal? –me preguntó demasiado amable para tratarse de él.
—No, vamos a dejar las cosas claras –le respondí demasiado serio para tratarse de mí—. Te vi con otra en la fiesta VIP, os liasteis y no lo sabe nadie porque no lo he propagado.
—Me alegro, pero…
—No he acabado. Quiero que esa manía tuya de ser tan pendón acabe –me miró con cara de “no lo has dicho…” y yo continué hablando— y te pongas serio en tu relación con Daniela, porque sino…
Mi discurso no pudo alargarse más. La bolsa que me acababan de poner en la cabeza unos desconocidos por la espalda me estaba asfixiando lo suficiente para no poder continuar.
2 comentarios sobre “Capítulo 5, Parte 8 – Reunidos al anochecer”