Decidí alejarme de aquella calle para respirar un poco. Envié un mensaje a Débora para que quedase conmigo y nos largamos a tomar un batido de Oreo al VIPS de la Plaza de Toros. Nos dieron una mesa muy discreta, cosa que agradecí porque, aunque no creyese que me fuera a topar con otro paparazzi de la Cuore, prefería intimidad.

—Se me ha hecho extraña esta quedada tan espontánea –comentó Débora impresionada cuando nos acabamos por fin el batido. No la contesté, estaba a lo mío y ella lo notó—. ¿Es que acaso ocurre algo? Has estado raro toda la tarde.

—¿Qué? –Estaba un poco despistado—. ¡No, no! Está todo bien. Es que, ya sabes, es la conmemoración de mi tío y me duele un poco estar allí. Al menos esperaré a que ya haya ido todo el mundo, así no tendré que ir saludando a todo el que entre.

—Así es el protocolo de la alta sociedad, te costará un poco acomodarte a él, pero todos lo acabamos haciendo.

—Eso espero. Bueno, aún no me has hablado de tu noche con Pablo… —Débora sonrió tras mi comentario, por lo que yo también lo hice—. ¿Qué? ¡Oh, Dios mío, eso es genial!

Que ella me contase eso me hizo sentir mal, ya que yo no le conté lo de la llamada de Sara. Pero aun así decidí no hacerlo por ahora.

—¿Y qué tal fue? –seguí preguntando—. ¿Es bueno mi amiguito en la cama?

—Sí, muy bueno. Pensé que sería más incómodo, por eso de la primera vez y tal, pero se comportó como un caballero y disfruté mucho de toda la noche, no solo de esa parte.

—Comprendo. Y me alegro un montón por los dos. Pero deberías saber que tu hermano sospecha de que tengas un novio, aunque aún no sabe quién es. Ándate más con cuidado, ¿quieres?

—Ajá, de acuerdo, gracias.

—Y estate más con él. Busca amor y compañía, pero aún no sabe de quién.

—Está bien –me dijo entre risas.

De pronto, recibí un mensaje de mi tía Lina. Ya habían llegado todos los invitados. ¿Tan pronto? Me debía de ir ya. Me despedí de Débora con un fuerte abrazo, le volví a dar mi enhorabuena y me marché a la “fiesta” fúnebre de mi tía.

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