«¡Hola un día más, amantes del pijerío madrileño!
Se acerca la celebración más importante de esta ciudad, o al menos para alguno que otro: en pocos días, llegará a Madrid la Prix de la moda de Marie Claire, donde toda la gente con buen gusto y fortuna se reunirá para hacer culto al arte más poderoso de todos los tiempos: la vestimenta. ¿Cómo irán vestidas nuestras personas favoritas de esta ciudad? Dicen que este año, Emma y Claudia se están peleando por quién representará a Carolina Herrera durante la gala, mientras que Felipe llevará algo de Ralph, siempre que Tommy no se entere. ¡Y eso no es nada! Por ahí se comenta que este año, Guille dejará de lado a Hugo para darle una oportunidad a Armani. ¿Surgirán chispas entre él y su nuevo traje? Seguramente lo sabremos en pocas, cuando el photocall nos enseñe los trapos limpios y sucios de sus estrellas invitadas.
Con mucho afecto pero poca fama,
DON»
-Así que de algún modo u otro –continuaba explicando el profesor Rivas durante su clase de economía de la empresa, a la semana siguiente del incidente-, la macroeconomía está formada por pequeñas microeconomías.
Tras una aburrida explicación, la cosa se puso de lo más interesante. Y Guille lo pudo presenciar desde la segunda fila de pupitres, ya que estos días se había ido ganando el odio de todos nuestros tutores. Por lo que parece, se había estado volviendo un rebelde. Lo bueno era que ahora yo le tenía al lado.
La puerta de la clase sonó dos veces y apareció de pronto la novia de Satán.
-Disculpe –comentó Anabel con voz de ángel-, el director le hace recibir un recado para después de las clases.
-Seguro que ahora mi padre se va a tirar a ese… -me dijo en voz muy baja Guille.
-Gracias, Anabel.
Tras entregarle la nota con el recado, la secretaría, montada sobre unos altos tacones de Manolo Blahnik que no parecían propios de alguien con tan bajo salario, se dirigió de nuevo a la puerta para salir disparada de allí. Pero de la clase de un Supremo no se desaparece tan fácilmente.
Guille, que había fabricado una cerbatana con el tubo de un boli Bic roto, disparó a la señorita un trozo de papel babeado a la cabeza, y este aterrizó al lado de su ojo derecho. Al notar la “bala”, Anabel se la quitó de encima y al ver lo que era, su cara se puso verde del asco. Demasiado repipi para ser una simple subordinada.
-¿Quién ha sido? –Se encargó de preguntar ella misma a la clase-. ¿Es que es este el comportamiento de un alumno de Enrique VIII?
-Ha sido Guillermo.
Nadie se podía creer quién había sido el chivato. Joaquín, el lameculos real que no consiguió mi puesto de dorado. El pobre creería que ya no tenía nada que perder, pero no sabía que aunque alguien esté en el sótano de su fracaso social, Guille Alcázar sabía cómo encontrar una cripta más.
-¿Eso es cierto, Alcázar?
-¿Y qué si lo es?
-Pues que ha sido una falta de educación. Pídala perdón ahora mismo.
–Nop.
-Alcázar –el profesor Rivas se levantó de su asiento-. Ya estás disculpándote.
-Se le ve muy tenso, profesor. ¿Es que nadie le da placer?
Una horda de aspavientos brotó en la clase. Incluyendo mi propia alharaca.
-¡FUERA DE CLASE! –Rivas estaba rojo como un tomate-. ¡AL DESPACHO DEL DIRECTOR!
-Genial –se levantó del sitio-, a papá le hará ilusión verme.
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