No estoy muy seguro de cómo pudo pasar todo tan rápido, pero así fue. Me quedé dormido viendo una peli de James Dean, y en el momento más inesperado, a las dos de la mañana, en la casa empezó a resonar el teléfono fijo. Mi tía llegó antes a él, porque no me dio tiempo ni a levantarme de la cama en cuanto apareció con él en mi cuarto, y me lo pasó asustada.
-Es tu amiga Daniela, dice que es urgente –presionó el teléfono sobre su boca-. ¡Y más le vale que lo sea, porque estaba durmiendo!
-Vale, tía, pásamelo. –Me lo dio y se volvió a su cama-. ¿Daniela?
-¡Diego! –parecía preocupada y muy asustada.
-Daniela, ¿va todo bien? ¿Qué ocurre?
-Dios mío…
-Venga, va, suéltalo ya… ¿Esto es otra novatada como la del secuestro o…?
-¡DIEGO, NO! ES GUILLE.
-¿Qué pasa con Guille?
-HA ESCAPADO DE CASA.
«S.O.S.
Tenemos un hijo muy dolido que va a darle una lección a su padre. Una muy buena lección, por lo que parece. Algunos dicen que se ha fugado a Europa del Este, otros que ha ido a visitar a su madre, porque tenía que darle buenas nuevas… Pero eso sería algo demasiado sencillo para tratarse de Guillermo Alcázar, el niño bueno y no tan bueno de la Milla de Oro. ¿Qué pasa cuando la granada más frágil de Madrid se queda sin anillo? Muy fácil: explota. Y cuanto más cerca estés de ella, más rápido explotarás tú también.
Con mucho afecto pero poca fama,
DON»
2 comentarios sobre “Capítulo 8, Parte 8 – Llamadas nocturnas”