-¿Estás bien? –me preguntó F al pasar el photocall por completo. Parecía realmente preocupado y a la vez sorprendido conmigo.
-No llego a entender cómo sabían todo aquello.
-Ahora eres uno de los nuestros. Estás vigilado, ¿sabes? Eres nuevo, y se cebarán un poco contigo al principio, pero después te dejarán más en paz.
-Yo nunca te he visto rodeado de paparazis…
-Eso es porque no salgo con la famosísima Alexis del Carmen.
-Sí que lo haces.
-Bueno, sí, pero en secreto. Además, mis padres firmaron unos temas legales para que las revistas me dejaran en paz. Les salió por un ojo de la cara, pero al menos puedo vivir sin la presión de las cámaras.
-Dios, ¿y el resto? ¿Por qué no me habíais contado todo esto?
-Si te das cuenta, el grupo no se suele mover por sitios de mucho lujo. Va más por zonas normalitas, como el Gourmet Experience, el Tagliatella o nos colamos en fiestas clandestinas de las que nadie se atreve a dar a conocer.
-Serán zonas normalitas para ti, porque yo con mis colegas de antes me iba al Burger que pillásemos mejor y punto –Felipe se encogió de hombros dándome la razón-. Pero a ver, un momento, ¿ellos también lo sufren? –pregunté señalando a las chicas, que seguían frente a los paparazis del photocall.
-Por supuesto que sí. Sobre todo Dani y Guille. Daniela ha posado para varias marcas de lencería que se están abriendo poco a poco en el mercado, y su padre es un tenista profesional de renombre. Y Guille es el chico de moda de las revistas locales. Una especie de it boy.
-¿Pero cómo puede ser eso posible?
-Los contactos. Y bueno, ya lo hablamos antes en mi casa, ser el Supremo no solo indica pasar por situaciones horribles, también tenía su recompensa.
-Pero Guille… ¿Chico de moda?
-Los chicos aquí le imitan, las chicas aquí le adoran. Si no fuese mi mejor amigo, yo mismo le odiaría.
-Claro, por eso está tan endivado… -me atreví a soltar.
Era impresionante cómo mi visión del mundo de los dorados había cambiado tan de repente. Siempre les había visto como un grupo de frikis que por ser ricos ya se creían superiores, pero resultaba que lo eran. Eran famosos por sorpresa. Los Golden boys no eran un grupo que habían creado ellos, era un grupo creado por la sociedad elitista. Felipe siguió explicándome cómo iba todo aquel tema de la fama ligera de los ricos en Serrano, pero de pronto divisé a Pablo con Débora al fondo de la sala, tras los fotógrafos, y tuve que cortarle para verles sin que nadie más se enterase.
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