Cuatro meses y medio después…
Nada más abrir la puerta de casa, dejé los zapatos en la entrada y doblé la americana oscura sobre el sofá del salón. Allí se encontraban tía Lina y mi madre, aún con los vestidos de gala puestos. Se habrían quedado hasta las tantas charlando. Nada más verme, me abrazaron. El abrazo de tía Lina había mejorado muchísimo desde la primera vez que nos vimos.
—¡Aquí está el graduado más estiloso!
—Eso no lo digas delante de Guille.
—No me puedo creer que ya seas casi un universitario. Madre mía —mi madre intentó no romper a llorar—, han pasado tantas cosas…
—Mamá, no…
Volví a abrazarle. Ya había pasado bastante desde que mi padre se fue, pero aún seguía muy presente. Y que se perdiese este tipo de actos seguía disgustando al amor de su vida. Tía Lina se acercó con una copa de champán.
—Bien merecido, querido. ¿Lo has pasado bien después de la ceremonia?
—Sí, hemos ido a tomar algo al Pizza Emporio y he venido a cambiarme para la fiesta del curso en Moncloa.
Me quedé pensando en si volveríamos a visitar el Emporio después de acabar el curso. Ahora nuestras vidas serían tan distintas… Me despedí de mi familia y me marché al cuarto a prepararme. Puse el aleatorio de Spotify y comenzó a sonar Dance To This, de Troye Sivan y Ariana Grande. El outfit ya estaba listo: una camisa de Ralph Lauren, pantalones de El Ganso, zapatos de Martinelli y unas gotas de Loewe 101. El Supremo me había enseñado bien.
Hablando del rey de Roma… recibí un mensaje de Pablo diciéndome que estaba en su casa, preparándose para la fiesta y que se retrasarían un poco en salir. No le di importancia, me venía bien descansar un poco. Le escribí que yo también me retrasaría un poco y que se fuesen al local sin mí, que ya me llevaría Jaime.
Me tumbé bocarriba en la cama y casualmente acabó la canción. Comenzó a sonar Today, de Stickboy, y no me lo podía creer. Es la canción que escuchaba mientras entraba por primera vez en la casa a la que ahora llamaba hogar. Algo se removió en mi interior. Me levanté de la cama y busqué entre los cajones de la mesilla de noche. Ahí estaba, al fondo del todo. Un polvoriento diario negro con la frase “DIARIO DE UN NO FAMOSO” escrita en la portada. Lo abrí y agarré uno de los bolígrafos del escritorio. Un último capítulo para cerrarlo de una vez por todas.
«Qué pasa, madrileños.
Quién diría que he sobrevivido a todo un curso en el Enrique VIII. Me costó lo suyo adentrarme en el infierno dorado, pero al final he conseguido hasta hacerme al calor. Cuando llegué a aquella calle, todo era hostil y diferente. Brillaba como no lo hacía otro sitio, su gente era limpia y sofisticada, y yo era un chico que no había encontrado aún su lugar en el mundo. Pero entonces llegó un skater algo torpe, unos hermanos bastante risueños, un grupo de estrellas adolescentes y un reto personal que solventar. Ha llovido tanto desde entonces…
Obviamente, la familia Martín se acabó despidiendo de la Milla de Oro en cuanto Borja fue pillado por tráfico de drogas y Claudia se quedó más sola que la una en el Octavo. Ser una mala persona a veces puede salir mal. No volvimos a saber nada más de ellos, ni siquiera por redes sociales.
Emma fue, por supuesto, la que más se alegró de perderles la pista. Su autoestima mejoró con el paso de las semanas y, sin quererlo ni beberlo, el mundo de los golden boys dio un giro inesperado cuando su primer beso con Pablo dio lugar a una relación estable. Se habían enamorado.
La relación entre él y Débora no logró pasar del mes desde que se marchó. La distancia fue dura y él lo pasaba mal. Aun así, los Plaza vinieron un par de veces a visitarnos y, extrañamente, me sentí como en casa, al igual que Pablo. Además, tanto él como Emma querían estudiar Económicas, con que seguramente no tendrían muchos problemas de distancia. Solo esperaba que no se volviese una relación tóxica… Por lo demás, él parecía más feliz que nunca. Su único objetivo en el instituto, encajar con los dorados, se había cumplido, y no como él esperaría. Eran amigos de verdad. De hecho, él y Guille se habían unido muchísimo desde el funeral de mi padre.
Felipe del Valle, el Gran Felipe del Valle, al fin salió del centro de rehabilitación. Obviamente repitió curso, pero había ganado peso y color en la piel, así que valió la pena. Intentó retomar su relación con Alexis del Carmen, pero como amigos. Y la verdad es que, al verse solo un par de veces al mes, funcionaba perfectamente. Ella dejó el mundo de la actuación, demasiada presión. Él seguía tomándose alguna cervecita de vez en cuando, pero las drogas no volvieron a cruzarse con ninguno de los dos.
Izan tardó en descubrir su verdadera vocación en la vida. Quería dedicarse a enfrentarse a los peligros de la vida, a proteger a las personas. Así que después de volver a su casa con su madre —quien no tenía ningún problema con sus preferencias y acababa de finalizar su divorcio con el odioso de su marido—, le comentó de opositaría para agente de policía. Se había dedicado toda su estancia en el Octavo a proteger a los dorados, ahora tocaba proteger a la ciudad. En las oposiciones coincidió con mi amigo Iker, con quien acabó conociéndose a fondo. Ahora están los dos más que felices.
El rumbo que tomó Guille fue algo distinto. ¿Qué se espera de un Supremo en el futuro? Definitivamente, pasar de dominar un cole a dominar el mundo. Optó por Relaciones Internacionales y Protocolo. Por un momento dudé de si se metería a Psicología, pero controlar las mentes de la gente era lo único en lo que ya merecía un título. Vale, quizá me he pasado. Debería dejar claro que todo cambió tras la aparición de Borja. Regresó el Guille pre-Supremacía, y era un chico encantador. Además, comenzó una terapia para poder mejorar su relación paternofilial, algo que a su padre le llenó de alegría. También solucionó las cosas con Izan, y todo lo que pasó entre ellos puede que hasta los uniese más. Sé que ahí nunca habría una historia de amor, pero el afecto que había entre ellos no lo veré jamás en ninguna otra amistad.
Aunque tras la muerte de mi padre, finalmente me mudase del todo a la casa de mi tía, seguiría quedando con mis amigos de Vallecas de vez en cuando. Las amistades fuertes nunca se pierden, y tampoco quería olvidar mis orígenes. Mi madre se adaptó bastante bien a la casa de su hermana. Se instaló poco después del funeral en la habitación de invitados y, ahora que Tatiana se marchó de vuelta a su país para conseguir mayor suerte, el hogar se volvió mucho más cálido y familiar.
En cuanto a Daniela, el amor de mi vida, dejó de lado el mundo de la moda y optó por uno más sano. Se presentaría para Bellas Artes, algo en lo que era realmente buena y que le hacía más que feliz. Hoy, el día de la graduación, hacemos tres meses juntos como pareja oficial. Y espero que algún día recuerde esto y piense en lo mucho que ha pasado desde entonces.
Yo me presentaré a Comunicación Audiovisual en Selectividad. No tengo segundas opciones, es lo que siempre he querido. Aunque realmente, lo que busco ahora no es buen futuro ni una buena vida. Eso ya lo he tenido. Lo que busco es terminar de escribir estos párrafos tan cursis y tirar el diario en algún contenedor de La Castellana. Porque me espera una fiesta con la gente más loca y más dorada que he conocido nunca.
Con mucho afecto pero poca fama…
DON
Diego Olmedo Núñez»
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