¡Hola, superestrellas! ¿Cómo estáis?
Esta semana, Pedro Almodóvar nos ha vuelto a traer una magnífica obra maestra a los cines del país, esta vez en formato de cortometraje. El corto en sí se llama La Voz Humana, y está basada en la obra de teatro homónima de Jean Cocteau. La historia nos narra, a través de una llamada de teléfono, el pasado de nuestra protagonista (Tilda Swinton) con un viejo romance que no logra superar. Aunque ahora profundizaremos más en eso.
Comenzando con la mención de la maravillosa interpretación de Tilda Swinton, a través de ella nos fijamos en que estamos presenciando una obra de teatro en su más puro estilo Almodovariano. De ahí que pasemos de una casa normal y corriente a un plano picado de lo que resulta ser el bodegón de un escenario montado en un plató. También cabe destacar la sorprendente aparición de los hermanos del director en este proyecto. Quizá ellos fueran uno de los motivos de la realización de esa primera escena en la tienda.
Claramente, el Diseño de Producción, la Dirección de Arte y la de Fotografía corresponden en efecto a nuestro aclamado director, ofreciéndonos colores fuertes y una ambientación que nos podría trasladar a la época en la que comenzó su cine. Por no hablar del vestuario al que nos enfrentamos. A través de la obra, observamos cómo la mujer viste colores rojos, pero cuando hablo de rojo, hablo de un rojo fuerte. Desde su vestido inicial de Balenciaga hasta el jersey de cuello alto con el que se mete en la ducha. Esto podría ser una mera representación del deseo y la pasión que siente por dentro la protagonista.
Y luego nos encontramos con la decoración de la casa. El tono verdoso y sereno de las paredes contrasta con los cuadros grandes y coloridos de temática pasional, y el montón de libros y películas que llegan incluso a mostrársenos en Plano Detalle durante un breve momento. La estética es perfecta en uno de los sentidos… Aunque qué íbamos a esperarnos. El estilo de Almodovar se percibe hasta en los propios créditos, mostrándonos ese lío de engranajes y colores hechos con motion graphics que componen las letras de los nombres.
Ahora la pregunta es… ¿por qué la casa es un plató? ¿Por qué vive en una nave con el perro? Mediante el diálogo, descubrimos que el peludo Dash era de su amante, pero se lo acabó dejando a ella, aunque el verdadero motivo por el que vivan ahí es realmente desconocido. De hecho, llega a hacernos pensar si realmente estaba hablando con alguien por teléfono… y todo era un simple ensayo de una obra. Es curioso cómo Almodovar juega y tontea con el metacine dentro de su propio trabajo, sin llegar realmente a profundizar en él.
A continuación, este último bloque viene con SPOILERS.
Leyendo la obra original de Cocteau, me he fijado en los ligeros cambios que se ha permitido hacer Almodovar a lo largo del cortometraje. Por ejemplo, empezando por el más básico, la protagonista no acaba quemando su casa, sino que se termina suicidando. Ella no pasa página, sino que permanece en esta para siempre, muriendo mientras continúa pegada al teléfono… Aunque, en cierto modo, sigue siendo un final idéntico. Pero en este caso, la mujer no muere: tan solo una parte de ella.
Tampoco hay un prólogo en el que se marcha a comprar un hacha. Ni siquiera hay un perro. La obra, de hecho, comienza con la mujer agarrando el teléfono (el cual no, no se compone de AirPods). Sin embargo, conociendo la trayectoria de Almodovar y su cine, este cambio fue para bien, adaptándolo a un siglo cada vez más feminista, en el cual el amor shakesperiano se ha sustituido por la propia independencia emocional.
La Voz Humana es lo que podría verse como una retrospectiva del amor romántico, de cómo, a pesar de intentar superarlo de mala manera, siempre mantenemos un ápice de esos buenos recuerdos que nos mantienen melancólicos. Y en su más puro sentido… de cómo acabamos tratando de olvidarlo todo a base de fuego y gasolina.
¡Espero que os haya gustado! Si es así, no te olvides de suscribirte al blog y de paso, a mi Canal de Youtube. Dicho esto, nos vemos en mis próximas publicaciones.
Nos vemos pronto, superestrellas.
RP