‘Antidisturbios’: ¿Realidad o ficción?

En medio de un estado de alarma, con toques de queda y con la policía patrullando las calles, la nueva serie de Movistar +, Antidisturbios, nos ofrece la oportunidad de conocer desde dentro el mundo de las comisarías, los furgones y los dispositivos de la Policía Nacional. Toda una oportunidad de entretenimiento en tiempos de pandemia que, además, nos permite conocer un poquito mejor la realidad cotidiana de los hombres y mujeres que tantas veces (tanto para bien como para mal) protagonizan las noticias.

A modo de sinopsis, Antidisturbios es una serie que, partiendo de un trágico accidente producido durante la ejecución de un desahucio, nos muestra el día a día de un grupo de policías nacionales (antidisturbios) envueltos en una engorrosa investigación de la que depende su futuro. A partir de aquí, la violencia, las corruptelas, las malas decisiones y el caos se guiarán a sus personajes, convirtiéndose en el eje central de este thriller policíaco.

La trama se desarrolla a lo largo de 6 capítulos en los que diversas cuestiones se entremezclan en el contexto de una investigación de asuntos internos para ofrecernos un retrato que, a su vez, es una crítica al interior del sistema policial. Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen, los creadores de la serie, han querido (y logrado) mostrarnos la cara más humana que se esconde tras los cascos de los antidisturbios, una cara que es, al mismo tiempo, lo mejor y lo peor de cada uno de ellos. Padres de familia, treintañeros que están empezando a construir su propia vida, acosadores sexuales y jóvenes ebrios por el poder que les concede la placa son algunos de los heterogéneos perfiles que se esconden bajo los trajes de policía.

En lo que se refiere al elenco reunido en la serie, la selección de actores ha sido bastante acertada. Un grupo de hombres con edades y físicos diferentes han sido los encargados de ponerle cara a los diferentes personajes. Su retrato de “tipos duros”, con escasa inteligencia emocional, orgullosos y algo creídos ha sabido amoldarse a la vez a la expresión de sus rasgos más humanos.

Entre estos actores, creo que merece la pena recalcar el trabajo de, al menos, tres de ellos:

Por un lado, estaría el personaje de Roberto Álamo, quien interpreta a José Antonio Úbeda. El actor madrileño ha demostrado ya a lo largo de su carrera su gran talento interpretativo, un talento que generalmente pasa (injustamente) bastante desapercibido. En esta ocasión, como viene siendo habitual en él, no ha defraudado a la hora de ponerle cara al policía sobre el que más mella hace la controvertida situación en la que se encuentran. Ataques de ansiedad o arrebatos de ira que desembocan en una crisis familiar son algunos de los principales problemas que aquejan a este personaje, en mi opinión, el más completo a nivel emocional.

Por otro lado, la actuación de Raúl Prieto como Elías Bermejo merece su mención particular. Es este actor, fetiche de Sorogoyen, el encargado de dar vida al policía más miserable de la unidad. Usuario de drogas duras como la cocaína, violento, chulo y misógino, constituye el personaje que más incomodidad le produce al espectador.

En último lugar, me gustaría mencionar la interpretación de Álex García como Alexander Parra Rosales. El actor canario es, a pesar de su corta edad, un habitual del cine y el teatro. Tradicionalmente cómico, en esta serie hace prueba de su gran versatilidad al recaer sobre él una parte importante del drama, tanto por motivos familiares como por motivos profesionales.

La elección de la actriz que interpreta al único personaje femenino que (lamentablemente) tiene trascendencia en la trama, Vicky Luengo como Laia Urquijo, también ha estado a la altura. Hilarantemente sarcástica en los momentos en los que la serie nos permite un descanso del drama, la balear ha sido la encargada de poner algo de color a la serie. También ha sido la encargada de introducir rasgos de humanidad en mayor medida, aportando familiaridad y cercanía a la serie. Además, su personaje resulta muy interesante, pues desde un principio se nos muestra como una mujer ambiciosa, inteligente, con ideales y empoderada.

En lo que se refiere a las cuestiones técnicas, se trata de una serie que cuenta con una magnífica producción. La utilización de equipos y demás material especializado, así como las localizaciones donde se ha filmado, ayudan, como viene siendo habitual en el cine de Sorogoyen, junto con el realismo de los planos a vivir la investigación con todavía más intensidad. Del mismo modo, la ambientación de los espacios ha estado muy meditada y sopesada por los realizadores. En este sentido, lo más recalcable nos lo encontramos en el despacho de los agentes, una sala adornada con bufandas y banderas de diferentes ideologías y grupos a los que la unidad habría “derrotado” en operaciones policiales previas y que se exhibirían como trofeo.

Antidisturbios es un ejercicio en el que se juega con realidad y ficción.

Por último, cabría decir que “Antidistrubios” no es una serie de género policíaco al uso, sino que esconde un trasfondo verdaderamente interesante. Partiendo de la trama, los creadores se han servido para hacer un repaso de algunos de los principales problemas que aquejan hoy en día a nuestra sociedad y, más específicamente, a nuestro sistema político y policial.

Especialmente interesante resulta el juego que ofrece entre realidad y ficción, pues la serie se sirve de acontecimientos reales (como el caso Villarejo) para crear tramas ficticias en las que se denuncian irregularidades reales. El mejor ejemplo lo encontramos en la recreación del caso Mame Mbaye (el mantero de Lavapiés), el cual es adaptado en esta ficción para, a través de una historia falsa pero verosímil, volver a poner el foco en el racismo estructural y, además, el problema de la vivienda.

Además de estas temáticas, la serie aborda los puntos débiles de los medios de comunicación de masas o las cloacas del estado (siendo esto de gran actualidad, al más puro estilo Sorogoyen). Todas estas problemáticas se muestran relacionadas en la serie, constituyendo así una denuncia mordaz e inteligente a todo un sistema que se nos presenta como imperfecto.

A pesar de esto, hay que recordar que la serie ha buscado (puede que en exceso) la equidistancia de sus personajes. Los policías partícipes de esta serie se ven envueltos en algunos de los mayores escándalos que se han producido en los últimos años, como por ejemplo, el procés catalán. Ante tesituras como esta, ninguno de los protagonistas muestra ni un solo ápice de interés político personal. Acuden ante este tipo de “misiones” como meros curritos mandados por sus jefes. Del mismo modo, si bien sí que se nos muestra una escena de brutalidad policial, esta se produce en un marco que, a nivel cinematográfico, queda justificada. A este respecto, más allá del incidente del primer capítulo, la serie no se adentra en la problemática de la violencia por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado.

La imagen que al final se nos queda de los antidisturbios es que, a pesar de ser imperfectos, son buena gente, actuando mal solo cuando son engañados o utilizados por sus superiores. Esta lectura puede ser cierta (incluso mayoritaria), pero hubiera sido más interesante a nivel cinematográfico (y posiblemente más veraz) abordar el problema en las dos direcciones, de arriba abajo y de abajo a arriba.

Esta serie se merecería como nota un 4,2 sobre 5.

Puntuación: 4 de 5.

Antidisturbios constituye una magnífica producción televisiva que, a base de jugar con la realidad y la ficción, nos brinda la oportunidad de aprender a mirar con una perspectiva crítica el mundo que nos rodea.


¡Y ya estaría! Próximamente más reseñas, más posts, más videos en YouTube y ¡más de lo que te gusta! Puedes seguir al autor de esta reseña, Jorge Rodríguez, en Instagram.

Escrito por

Estudiante de Sociología y Relaciones Internacionales interesado en mirar con perspectiva crítica el mundo. Amante del cine, los libros y la música. Las series me cuestan un poquito más pero me estoy esforzando.

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