Aprender a conducir: retrato de un adulto

Haciendo un poco de retrospectiva sobre la maravillosa canción de Olivia Rodrigo, ahora que he empezado mis clases de conducir me he dado cuenta de que aprender a usar un coche es como la vida misma.

Uno comienza con alguien a su lado: una persona que lo va a guiar, que ya tiene muchísima experiencia, que frenará cuando tú no sepas. Las primeras clases siempre son lo mismo: yendo por caminos similares, tratando de hacerse a la carretera, intentando no atropellar a mucha gente…

Y de pronto, ya sabes lo suficiente como para entrar en autopista. Te ves rodeado de coches sin la L, de todo tipo de conductores que a saber cuánto llevarán con las manos en el volante.

Y cuando quieres darte cuenta, ya ha llegado el momento del examen, ese instante en el que debes dejar claro todo lo que has aprendido al conducir seguro.

Y puede que apruebes, o puede que te falte aún camino para saber.

Pero si es la primera opción, en cierto modo se acaba todo.

Ahora ya conduces, ahora ya nadie frenará por ti. Ahora el coche es todo tuyo, ahora la vida de los que vayan en él contigo dependerán de tu aprendizaje, de tus conocimientos.

Y eso acojona.

Porque la vida acojona.

Porque un día somos críos, y al siguiente conducimos.

Porque pasan los años y la carretera se va haciendo más corta.

Y por lo tanto, lo único que nos queda es disfrutar hasta quedarnos sin gasolina.

Escrito por

Nacido en el Madrid de 1998. Amante del cine, los libros y su ciudad. Nada como la buena música, la elegancia y vivir la vida siempre siendo uno mismo. Instagram: drigopaniagua. YouTube: Rodrigo Paniagua

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s