¡Hola, superestrellas! ¿Cómo estáis?
Esta noche se acaba la última serie al estilo Sex & The City con la que contaba nuestra generación: estoy hablando de The Bold Type, cinco temporadas repletas de salseo, feminismo, glamour y una amistad preciosa entre tres chicas que viven en Nueva York. Claramente, la trama no es lo más innovador del siglo, pero teniendo en cuenta que la fórmula de este tipo de series siempre funciona… ¡será por eso que nos sigue enganchando! Y dado que ya ha llegado a su fin con esta última temporada, ¿por qué no hablamos un poco de ella?
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La historia nos traslada al mundo de las revistas tipo Cosmopolitan en Nueva York. Esta serie es claramente una predecesora de la película El Diablo Viste de Prada, basada en el libro de Lauren Weisberger, pero tratada de un modo mucho más cálido y personal. Por ejemplo, ya no contamos con una Miranda Prietsly fría y agresiva como jefa editora, sino que tenemos a Jacqueline Carlyle, una mujer que aprecia a sus empleados y trabaja desde el corazón. Y lo mismo podríamos decir de las trabajadoras de Scarlet —la revista que hace un guiño a la Cosmo—, las cuales no representan perfiles como los de Emily o Andy en la película, sino que son empleadas que aman su trabajo pero que también cuentan con una vida fuera del mismo.
Lo bueno de The Bold Type, al igual que pasa con casi todas las series de este estilo, es que las protagonistas son tan distintas entre sí que es imposible no poder sentirse identificadxs con al menos alguna de ellas, dando igual tu género o edad. Por un lado tenemos a Jane Sloan, quien podría considerarse la Carrie Bradshaw de la serie. Es la escritora, la que quiere contar las historias. Y aunque sus tramas por lo general sean las más feministas —entre las mujeres blancas CIS hetero, eso sí—, quizá, y esta es solo mi humilde opinión, sea el personaje principal más básico. No lo digo como algo malo, sino como una forma breve de explicar que es la protagonista que menos nos sorprende a lo largo de la serie.
Luego contamos con Sutton Brady, otra mujer blanca y heterosexual que al principio no parece tener muy claro lo que quiere, pero que al final logra alcanzar sus metas. Sus subtramas, aunque también están bastante manidas, son algo más interesantes e incluso «picantes». Lo gracioso es que se la pinta un poco como la «Samantha Jones» del grupito de amigas, pero (yo al menos) nunca logro verla así. Se la ve demasiado buenaza a lo largo de la serie.
Y por último estaría Kat Edison, a la que han adjudicado todas las etiquetas de minorías: mulata, bisexual y activista de los derechos humanos. Esto quizá es lo que me dé más rabia, ya que no es la primera vez que se hace en una serie: adjudicamos todos los roles que puedan hacer de una serie algo inclusivo en el mismo personaje, como si fuese el amuleto que nos vaya a conseguir el aprobado del público más joven. Y lo mismo pasa con los intereses amorosos: todos los hombres con los que salen Jane y Sutton son blancos heterosexuales, pero el interés principal de Kat, Adena, es una mujer lesbiana musulmana. Por favor, ¿en serio?
Sin embargo, algo que realmente admiro de los personajes es cómo se han manejado las relaciones entre ellas, dándonos un gran ejemplo al mundo de cómo deberían funcionar las amistades sanas y la sororidad entre mujeres.
En cuanto a los personajes secundarios, mayoritariamente masculinos, la cosa cambia un poco. Teniendo en cuenta que esta es una serie dirigida mucho más al público femenino, es normal que estos personajes no estén tan desarrollados. Al fin y al cabo, hay cuatro secundarios principales de género masculino: Richard, Oliver, Andrew y Alex. Y si nos fijamos, son literalmente una mezcla de los mismos: un hombre blanco hetero, un hombre negro gay, un hombre blanco gay y un hombre negro hetero. Y exceptuando quizá al personaje de Oliver, el cual podría considerarse más «discreto» (aunque se dedique al mundo de la moda como buen estereotipo de la comunidad), los otros personajes son literalmente clichés con patas de su propio perfil. Hubiese estado bien ver a un hombre dedicado a la moda siendo heterosexual, o un periodista de la sección masculina o de deportes siendo LGBT+. No obstante, recordemos el target de esta serie y lo que de verdad se nos quiere mostrar…
A lo largo de la serie se habla de asuntos muy importantes que desde luego no nos dejan indiferentes, como el aborto, la esterilidad, los despidos o las relaciones tóxicas, todo tratado con sumo cuidado y mucho tacto. Además, bien adaptados a la actualidad, desarrollándose todas las tramas desde un punto de vista mucho más abierto e inclusivo. Un buen ejemplo sería cuando tratan las nuevas políticas de cancelación de la sociedad.
Además, el tema principal. con el que se juega es el del propio feminismo. En eso quizá es en lo que más se diferencie esta serie de su antecesora neoyorquina, Sex & The City, la cual se muestra desde el punto de vista de mujeres blancas y heterosexuales en los 90. A través de esta nueva generación de personajes, corregimos los errores que tuvo la serie del 98, como las actitudes sexistas y LGBTIfóbicas de algunas de las protagonistas.
Y no solo hablamos de feminismo, sino también de política. Evidentemente, la serie se enfoca desde el lado liberal de la política norteamericana, haciendo alusión a decisiones de Trump y todos su séquito. Esto también se muestra desde el punto de vista de Kat, el personaje más reivindicativo del elenco principal. A través de ella y sus subtramas, nos adentramos mucho más en lo que debería cambiar, no solo en Nueva York, sino en el mundo.
The Bold Type es salvaje, divertida. Te hace pensar y te hace enamorarte. Y quitando algunos errores que deberían arreglarse en futuras series del estilo… si Carrie Bradshaw estuviera en sus 20s durante esta nueva década, seguramente la vería. Por eso se lleva un buen 3,7 sobre 5.
¡Y ya estaría! Espero que os haya gustado la reseña. Mientras tanto, podéis seguirme tanto en el blog como en mi canal de YouTube, TikTok e Instagram, donde subo semanalmente contenido que a lo mejor te guste.
Nos vemos pronto,
RP