¡Hola, superestrellas! ¿Cómo estáis?
La plataforma de Netflix nos trajo meses atrás un musical con un elenco espectacular que no llegó a triunfar del todo, y este mes de noviembre ha decidido volver a intentarlo con otra oda a Broadway repleta (de nuevo) de caras conocidas. ¿Y podemos decir esta vez? Será mejor que te sientes y charlemos un poco… ¿Empezamos?
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Estamos hablando de un musical puro y duro, de los de Broadway o Gran Vía. Una película hecha para representar una obra escrita para los escenarios. Mezcla estilos de películas como Chicago, The Disaster Artist o incluso la de Bo Burnham: Inside. Además, se comprende el tono de la película a la perfección. Tratándose del género que es, el dramatismo más puro por contextos cotidianos le da incluso un toque juguetón y divertido a la historia.
El elenco es, por lo general, buenísimo. Si hay alguien perfecto para interpretar a ese protagonista soñador y alocado, ese es Andrew Garfield. Contamos con caras conocidas por todo aquel que haya encendido una televisión en su vida –Vanessa Hudgens, por ejemplo, que siempre para interpretar a la misma persona pero oye, buen vozarrón-, y a la vez con caras que quizá te suenen o simplemente no lo hagan para nada. Pero eso seguramente sea porque habría que haber visto mucho teatro de Broadway o al menos haberte informado por casualidades de la vida (caso propio).
Y es ahí donde se encuentra el problema principal de esta película. Mientras que mejora en todos los aspectos a su antecesora, Prom -lo cual tampoco era difícil-, la película no deja de ser un musical que se esconde entre lo indie y lo pretencioso. Al fin y al cabo es una obra de teatro grabada, por lo que cuenta con algunos patrones de este tipo de «historias». No obstante, eso mismo es lo que hace que no cualquier persona, ni siquiera una que ame el género musical, sea capaz de disfrutarla.
Si hubiese un buen motivo por el que ver esta película, desde luego que serían las canciones. Algunas tienen un mensaje más potente que otras, pero todas cuentan con un estilo y unas melodías que te harán desear recorrerte todo Broadway e incluso protagonizar cada obra.
Además, también podríamos hablar de la narrativa tan original con la que contamos, en la que el narrador literalmente le está narrando la historia a su público. El montaje -tanto físico como la estructura en sí- es realmente genial, y aunque el ritmo en sí pueda hacerse un poco monótono y aburrido, mirándolo profesionalmente, la producción tiene un gran mérito.
El final, sin entrar en spoilers, es agridulce y digno de un musical. La película, como debe ser, está escrita para soñadores, para luchadores. Y aunque trate de verse como una versión neoyorquina y más romántica de La La Land, sigue teniendo un cierre decente, de esos que te hace soltar alguna lagrimilla… Y más aún con esa banda sonora.
Estamos hablando de una película hecha para un target muy especial, tan específico que incluso un fan cualquiera de los musicales podría no considerar esta obra como una de sus favoritas. Aun así, la elaboración es magnífica y las interpretaciones fantásticas. Un 3 sobre 5.
¡Y ya estaría! Espero que os haya gustado la reseña. Mientras tanto, podéis seguirme tanto en el blog como en mi canal de YouTube, TikTok e Instagram, donde subo semanalmente contenido que a lo mejor te guste.
Nos vemos pronto,
RP
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