¡Hola, superestrellas! ¿Cómo estáis?
Emily ha vuelto a nuestras vidas una vez más, y con ella han llegado nuevos paraísos franceses, más gastronomía europea y mucho más lío amoroso. Y aunque la primera temporada llegó a salvarse a pesar de ciertos detallitos… De esta nueva hay bastante de lo que hablar, y no para bien… ¿Qué tal si empezamos?
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Para empezar, deberíamos hablar de una trama que ya desde el final de la primera temporada era difícil de arreglar: el personaje principal, Emily, se acuesta con el novio de su amiga, una que le ha estado ayudando desde el primer momento. Dado que ella es la protagonista, la mejor decisión que han querido tomar ha sido la de «convertir en la villana» de la situación a Camille… A lo largo de la temporada, Camille descubre la verdad y parece que en algún momento intentará hacer daño a Emily -o al menos esa es la sensación que da-, intentando hacer quedar a Emily como una pobre víctima de la vida parisina… Pero no. Emily es una persona horrible y no es la única…
El personaje de Mindy, la que es su mejor amiga (pausa para recordar que hablamos de personajes, no de actores), le oculta el adulterio a Camille mientras luego se va de fiesta con ambas y le sonríe a la cara, lo cual implica una falta de sororidad que ya ni siquiera debería estar permitida de este modo en una serie de televisión.
Por otro lado, el único otro personaje a parte de Camille que valía la pena, Sylvie, también se ve afectada por las malísimas decisiones de los guionistas y productores de la película. Ahora, la que parecía una mujer de bandera (a la francesa) queda como una minúscula pieza bajo el mandato de la jefa estadounidense de Emily… En fin.
Ahora hablemos de otro claro ejemplo de por qué este señor debe parar de producir esta serie: la constante demonización del hombre homosexual. A lo largo de esta nueva temporada aparecen cuatro personajes gays y ninguno se salva de cualquiera de los clichés que se les podría asignar: de hecho, hay un momento en el que Mindy piensa que otro de los personajes, uno con comportamiento más normativo, podría ser de la otra acera, pero ¡sorpresa! Es que era hetero. Cualquier personaje masculino de la serie con un caracter y atractivo normativo es hetero. Los bufones horteras y estrambóticos, esos no lo son.
Los personajes LGBT+ (aunque aquí solo hay G) de esta serie son retratados como «reinonas salidas con actitud sassy y arrogante que no tienen otro objetivo que el de formar parte de la historia de Emily». Suena cruel y directo, lo sé, pero así es como los retratan, y lo mismo pasaba con Sexo En Nueva York, lo mismo pasa con Younger y lo mismo sigue pasando con And Just Like That. A ver si al señor Star se le ocurriera la maravillosa idea de meter en sus series a algún hombre gay que no cumpla con los estereotipos misóginos que una sociedad falocentrista tiene sobre estos mismos, dándole además algo de subtrama personal que no se centre en su sexualidad y aportándole un poco de visión actual, dirigida a las nuevas generaciones, las cuales comienzan a cambiarse de los estereotipos. Cada vez que aparecía uno de estos personajes en el episodio, me daban ganas de pasar la escena. No podían ser más odiosos e insoportables.
Pero aquí no solo se refleja mal a la comunidad, sino que a los hombres protagonistas también habría que verles. Es un hecho que esta serie -como cualquier otra de Star- está escrita para mujeres blancas nacidas antes de los 90, y de ahí los «amigos gays», las «amigas Samantha» y los «machitos encantadores» como el personaje de Alfie, un hombre británico y cínico que, al enterarse del pasado entre Emily y Gabriel, se vuelve celoso y tóxico. Además, como es normal entre los hombres heterosexuales, ama el fútbol, la cerveza y trabaja en un sitio cero artístico, pero donde se gana mucho dinero. Es que es darse cuenta de todo lo que está mal en esta serie y es para ponerse malo.
No obstante, aunque lo más parecido a un término medio entre personajes masculinos sea Gabriel, volvemos al asunto de la romantización del adulterio. Da igual si la audiencia quiere que él y Emily acaben juntos: lo que hicieron fue horroroso y una falta de respeto para el personaje de Camille. Y aunque Emily fuese una pésima amiga, peor fue él, quien era su novio y la engañó.
Acabando la crítica con buen sabor de boca, los escenarios vuelven a ser preciosos, con tonos pasteles y paisajes de ensueño. El vestuario -y hablo solo del de Camille y Sylvie- es precioso y envidiable, y el montaje (colorimetría incluida) sigue estando interesante.
El tiempo pasa, y Carrie Bradshaw no ha envejecido del todo bien… ¿por qué habría que crear a una versión con menos años pero las mismas decisiones? Darren Star debe de parar con estas historias, en especial con esta, la cual se lleva un 1,5 sobre 5.
¡Y ya estaría! Espero que os haya gustado la reseña. Mientras tanto, podéis seguirme tanto en el blog como en mi canal de YouTube, TikTok e Instagram, donde subo semanalmente contenido que a lo mejor te guste.
Nos vemos pronto,
RP
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2 comentarios sobre “‘Emily In Paris 2’: y por qué Darren Star tiene que parar”