«Sábado por la noche. El mejor momento de todas las semanas.

Haya fiesta o no, yo sé que se estará cocinando algún escándalo por alguna parte de Serrano. ¿Qué será esta vez? ¿Algún encontronazo inesperado con el malvado destino o la traición más descarada jamás vista? Ocurra lo que ocurra, yo estaré ahí para enterarme, y que así después se entere el resto del mundo.

Con mucho aprecio pero poca fam…

Cogí el teléfono nada más sonar. Me había interrumpido en medio artículo de “Diario De Un NO Famoso”. Dejé el Cuaderno a un lado de mi cama y pregunté que quién llamaba.

—Olmi, Olmi… —era Felipe. Se reía tanto que ya sabía lo fumado que iba—. ¿Ya estás listo?

—¿Listo para qué?

—¿Para qué va a ser? Hoy toca fiesta dorada. Es la primera fiesta especial del curso, y tú ya eres uno de los nuestros, tendrás que venir, obviamente.

—Genial. Dame la dirección y la hora, os veré ahí.

—No, amigo –escuché cómo le daba una calada a algo—. Vente lo antes posible a la casa de G. El Supremo te tiene preparado un regalito de bienvenida.

—Si es su humor sarcástico o su siniestra fatuidad, que me dé mejor el ticket regalo.

—Menos mal que no te oye. Anda, ¿te sabes la dirección?

—Por supuesto.

Guau. Mi primera fiesta dorada. Mi primera fiesta como no famoso. Estaba un poco nervioso, para qué ocultarlo. Me puse la americana que me había comprado para la fiesta de mi tío junto a una camisa azulada de Michael Kors. Tenía que impresionarles, y ya sabía de sobra que Felipe llevaría algo de Cremieux o de Emidio Tucci, mientras que Guille optaría por Dior o Burberry. Les estaba empezando a conocer hasta el punto de saber qué marcas llevaban más.

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