Jaime me dejó frente al portal de mi casa, me abrió la puerta educadamente y yo le deseé las buenas noches. Pero por lo que parece, no era él el que las necesitaba.
Mientras el Mercedes se marchaba de la calle, observé cómo Emma lloraba a moco tendido sentada en mi portal. Estaba rara, sería por la ropa de chándal que llevaba, como si se hubiese puesto lo primero que había visto.
Fui corriendo a ver qué le pasaba.
-Eh, Emma, ¿qué ocurre?
La pobre no podía casi ni hablar. Respiraba con dificultad y el poco maquillaje que llevaba estaba sudado.
-Me lo ha destrozado, Diego. –Consiguió decir-. Ella me lo ha destrozado.
-¿De qué hablas?
-De todo. Quiere acabar conmigo y lo está consiguiendo.
«Ay, ay, ay.
Alguien quiere que la debilucha y rubita E sea una pobre niñata solitaria sin aspiraciones en la vida. Pero, ¿de quién se tratará? ¿De una chica a la que Emma robó su mejor amiga? ¿O a la que Emma robó la marca del vestido de la gala? No sé si es colonia a lo que huele, pero sí que se percibe a Claudia por todos lados. La matanza ha comenzado entre las chicas de Serrano.
Con mucho afecto pero poca fama,
DON»
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